El rey mecenas

El segundo retrato real, firmado por Pietro Tacca, artista florentino bien conocido de los eruditos cortesanos de Cosme III, es el de Felipe IV. En la Historia del Arte, esta obra destaca por haber sido la primera en adoptar la posición en “corveta”, técnicamente casi imposible de realizar en escultura. El joven duque y sus “camaradas” pudieron admirarla todavía en su ubicación original, en los jardines del Buen Retiro. Así la describe Magalotti: “En medio del patio hay un caballo de bronce, obra de Pietro Tacca, que se sostiene con noble actitud solamente sobre las patas traseras, encima de un pedestal de mármol blanco, montado majestuosamente por la estatua de Felipe IV, al cual fue dado por el serenísimo gran duque Fernando II.” 


Al parecer, la dinámica postura del caballo fue una exigencia del rey Felipe, que hizo enviar a Florencia el retrato ecuestre pintado por Velázquez, hoy conservado en los Uffizi. 



A su vez, Velázquez pidió a su amigo Martínez Montañés que realizase un busto del rey, a fin de enviarlo igualmente a Florencia y facilitar la labor de Pietro Tacca. En agradecimiento, Velázquez pintó el magnífico retrato de Martínez Montañés, en el que éste aparece modelando dicho busto. Y aún fue necesaria la intervención de otro genio, científico en este caso, para satisfacer la demanda del rey: el célebre Galileo, protegido del Gran Duque Fernando, que indicó a Pietro Tacca el modo de equilibrar el peso de la escultura, haciendo maciza la parte trasera del caballo. Nuevamente podemos decir de Felipe IV, ese político tal vez dudoso, pero infalible “connoisseur”, que nunca fue un monarca “de talentos mejor servido”.

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